miércoles, 9 de diciembre de 2009

El peor equipo de la historia de la NBA

La actual situación de los New Jersey Nets es dificilmente explicable mediante argumentos deportivos. El estado de abandono en el que se encuentra la franquicia (a la espera de que se consume la operación por la cual el “Hermano tonto” de los Knicks pasará a las manos del sospechoso millonario sovietico Mikhail Prokhorov) es el culmen de una serie de extrañas circunstancias que llevaron a un equipo que ha sido finalista de la NBA en dos ocasiones en esta década y que en su dia fue campeon de la extinta ABA, a convertirse en el peor equipo de la liga, con visos de batir records. No es mi intención profundizar en la debacle de los Nets, pero es un buen punto de partida para entender la ideosincrasia del que es, por derecho propio, el peor equipo de la historia del baloncesto profesional americano: Los Angeles Clippers.

En 1978, los Buffalo Braves se trasladan a San Diego de la mano de su nuevo propietario Irv Levin, apasionado del baloncesto y antiguo dueño de los Celtics. Este traslado empezó a gestarse años atras, ante la evidente falta de beneficios de los Braves, en una ciudad que vivia para el Hockey. El equipo se reconvierte casi por completo, traspasando a sus mejores jugadores, liberando dinero y dispuestos a empezar de 0 en su ilusionante nueva etapa. Por el camino quedaron Bob Mc Adoo, Adrian Dantley y un joven y prometedor pivot, proveniente de la extinta ABA, llamado Moses Malone. San Diego recibe con los brazos abiertos a los Clippers (nuevo nombre de la entidad) que en una prometedora primera temporada, desarrollan un baloncesto espectacular y dinámico, consiguiendo un interesante record de 43-39 que no les sirve, pese a todo, para meterse en play-offs. Su estrella es un peculiar jugador, individualista hasta la exasperación, que anota y anota sin descanso y al que el publico adora. Desde la posición de base, World B. Free es el jugador franquicia de los Clippers y tras una dura pugna con George Gervin, termina 2º en la tabla de anotadores esa temporada, promediando casi 30 puntos por partido. El equipo pinta bien y sus dirigentes quieren construir algo grande en San diego. En una decisión arriesgada y no muy bien vista en su momento, los Clippers deciden enviar al terrible Kermit Washington a los Blazers, junto a una 1ª ronda y dinero, a cambio del que era uno de los mejores pivots de la época, Bill Walton. “The Big Red” regresa a su tierra acompañado de su eterna lacra, las lesiones. Solo puede jugar 14 partidos esa temporada y permanece casi dos años inactivo. Las aspiraciones de gloria del señor Levin se tornan en problemas serios. Su amado equipo es un nido de avispas. World B. Free acusa a Walton de fingir lesiones y los Clippers entran en una dinámica de derrotas, que culmina con el traspaso de Free a los Warriors a cambio de Phil Smith. Esta medida no sirve para sacarles de su racha negativa. Los aficionados pierden el interés y la situación económica de la franquicia empieza a ser preocupante. Y es en la temporada 81-82 cuando entra en escena un constructor de Los Angeles, implacable hombre de negocios, que compra la franquicia por 20 millones de dolares con idea de exprimir al máximo su inversión.

Donald Sterling, que así se llama este individuo, tiene un plan.
La NBA empieza a ser negocio. Tras estar en un segundo plano, superada en trascendencia por deportes como el football o el baseball, la llegada a la liga de Magic Johnson y Larry Bird convierten la decada de los 80 en el “boom” del baloncesto profesional en los Estados Unidos. La comunidad afro-americana se ha incorporado recientemente a la dinamica de consumo, y la NBA ofrece un escaparate perfecto. Estos detalles no se le escapan a Mr. Sterling (al que el baloncesto importa un pimiento) y sin dudarlo empieza a trazar su estrategia. Su primera medida es cambiar el logotipo de la franquicia. Sterling es un hombre práctico, y el nuevo diseño es bajo su punto de vista una apuesta segura. Directamente fusila el logotipo de Los Angeles Lakers, introduciendo minimas modificaciones, y dando el primer paso en lo que es su apuesta personal: llevar a los Clippers a Los Angeles. Es su ciudad y donde se siente comodo, y el hecho de que ya exista una franquicia en L.A. (nada menos que los Lakers), no hace si no reforzar la estructura del plan de Donald. La temporada 84-85, los Clippers llegan a Los Angeles. Por el camino se han desecho de sus mejores jugadores en transacciones dudosas que dejan bien clara cual va a ser la apuesta de Sterling. Mandan a Tom Chambers y Al Wood a Seattle a cambio del serio pero limitado pivot James Donaldson y envian a Terry Cummings y Rickey Pierce a Milwaukee, a cambio de un veterano en horas bajas como Junior Bridgeman y un super-clase marcado con el estigma de las drogas, Marques Johnson. Revisando la enorme cantidad de elecciones en primera ronda del Draft que han tenido en sus casi 25 años de historia en L.A., resulta inexplicable como esta franquicia nunca ha logrado consolidar un proyecto minimamente competitivo. Los Clippers solo han jugado 4 veces los playoffs en 25 años. Y para más inri solo en 3 ocasiones han acabado la temporada con más victorias que derrotas. Las fugaces apariciones que han tenido en los playoff fueron meras anecdotas, incluyendo su sorprendente presencia en la temporada 96-97, liderados por Lloyd Vaughn (¿?) y con un pirrico record de 36-47. El baloncesto es lo de menos para Sterling. su franquicia vive comodamente a la sombra de los Lakers.

Los Clippers ofrecen un producto muy apetecible dentro del enorme mercado baloncestistico de California. La tradicion ganadora de los Lakers y de la universidad de UCLA tienen su contrapunto en este equipo, conocido mundialmente hasta por los que no son aficionados al baloncesto. Es el hermano pobre, su papel es el de el debil, el desamparado. Es el Jerry Lewis de Dean Martin, dentro de la mercadotécnia de la NBA. Hubo una epoca en que ser de los Clippers era “cool”, y el mediocre comico Billy Crystal no tardó en subirse al carro, manifestandose abiertamente como su fan numero uno, a la sombra del gran Jack Nicholson en los Lakers. Los Clippers pierden porque es lo que se espera de ellos. Se nutren de prometedores jugadores elegidos en puestos altísimos del draft, a los que traspasan en maniobras absurdas, no renovando jamas sus contratos. Es una franquicia mundialmente reconocida por sus pifias que vende camisetas y año tras año estan en boca de todos por llevarse a las estrellas universitarias del momento. Son el eterno perdedor, lo cual les da un papel protagonista en el mundo del baloncesto que muchos quisieran para si. Hablamos por supuesto de marketing, no de deporte.
Mr. Donald Sterling tiene en sus manos una constante fuente de ingresos a la que no debe dedicar excesiva atención. Ubicados en un mercado tan llamativo y ecléctico como es la ciudad de Los Angeles, los Clippers sobreviven temporada tras temporada, derrota tras derrota, rookie tras rookie..sin el más minimo atisbo de mejora en sus resultados. A nadie parece importarle. Es un equipo de paso para estrellas descontentas y un escaparate para novatos.

La temporada 2005-06, el coach Mike Dunleavy lleva a los angelinos al mayor logro de su historia. Con un equipo de retales, liderado por el magnífico ala-pivot Elton Brand, los Clippers derrotan a los Nuggets en primera ronda de playoff y se plantan en semifinales de conferencia, donde acaban cediendo por 4-3 contra los Suns, en una serie espectacular, con tanteos de escandalo. La que debia ser la temporada del despegue, del cambio de chip, se queda inexplicablemente en una anecdota sin mayor trascendencia.

Esta temporada que acaba de empezar es una más en la historia de Los Angeles Clippers, en la que se repiten patrones por todos conocidos. De nuevo tienen un nº1 del Draft , un all star en potencia...que se lesiona. La plantilla está compuesta por jovenes talentosos y veteranos de vuelta de todo (¿que hace Baron Davis allí?). La presión es inexistente ya que nadie va a pedirle peras al olmo a estas alturas de la pelicula. Pero la maquina continua funcionando y su propietario sonrie complacido. Sabe que cuando decida olvidarse del baloncesto, tiene en sus manos un producto que se lo quitaran de las manos. Un precioso apartamento, con vistas al mar, en plena California y con vecinos de lujo...nada menos que Los Lakers...¿quien da más?.

Los Nets quieren ir a Brooklin y la mafia rusa secunda la moción. No se que saldrá de todo esto, pero si el papel de "Hermano listo" lo van a desempeñar los Knicks la pelicula va a ser muy muy entretenida.


lunes, 7 de diciembre de 2009

He regresado


Salud queridos camaradas.
Tras una larga ausencia motivada por una serie de tribulaciones personales (relacionadas como no, con la pelotita gorda), retomo mi aventura bloggera deseando intercambiar cuanto antes impresiones, puntos de vista y recuerdos con todos vosotros. Durante este “impasse” he tenido la ocasión de experimentar una nueva etapa de mi “basketball-life”, esta vez en los despachos. Quizá más adelante me de por compartir con la blogosfera mis experiencias, pero ahora mismo lo que quiero es olvidarlas lo antes posible. Baste decir que fui a por lana...y he vuelto trasquilado hasta las cejas.

Os he seguido leyendo a todos durante este tiempo, si bien no he intervenido porque, creedme, el trabajo me ha superado por completo. Habeis sido una pequeña brecha por la que entraba el aire y aunque en algunos casos (bien por pasión o por indignación) me ha costado dios y ayuda no teclear, no he querido ensuciar esta parcelita de puro baloncesto que es el mundo bloggero con mis miserias personales. Lo cual me permite retomar la historia en el punto en el que la dejé.

Ricky Rubio está en el Barça. Garbajosa está en el Madrid. La Selección Española está que lo rompe. Brandon Jennings está que se sale...y Andrés Montes ya no está. Lloré cuando nos dejó y he llorado con el homenaje que han hecho los medios a Fernando Martín.

Y precisamente el recuerdo de Fernando es lo que me ha animado a volver a escribir. Cuando falleció Martín yo ya no jugaba al baloncesto. Seguia viendo algun partido puntual, pero mi vida era..digamos...poco deportiva. El mazazo que supuso su muerte me demostró lo mucho que significaba y significa este deporte para mi. Yo no conocí personalmente a Fernando Martín, pero sentí su perdida como si fuese la de un amigo muy cercano. El fue el primero de muchos que se han ido.

En aquel momento me re-enganché al baloncesto, del mismo modo que lo hago al mundillo bloggero ahora que se cumplen 20 años. Me lo pide el cuerpo.

Yo no tengo la fuerza y el espiritu indomables de Fernando ni soy un genio de la comunicación como Andrés Montes. Pero me une a ellos un vinculo muy fuerte, que es la pasión por este deporte. Y desde el pequeño espacio de libertad que es mi blog, voy a intentar transmitirlo a todo aquel que quiera leerme.